NEURODIDÁCTICA Y PSICOPEDAGOGÍA

Estudiar las neurociencias nos conduce a indagar en distintas ramas y todos sus aportes crean sentido. Estoy convencida, pero no siempre fue así…


Como toda construcción teórica, el estudio de las neurociencias implica pensamientos nuevos, lectura, análisis, movimiento y tal vez cierta incomodidad. Pero su sustento teórico y la fuerte base de evidencia científica dan lugar a su articulación en la educación.


Dice Mariela Cuda:


“La verdad es que me llevó tiempo comprender cuál es el aporte que este nuevo enfoque podría otorgar a nuestro trabajo docente; puesto que tuve que despojarme del miedo y la ansiedad que me provocaba involucrarme en este nuevo aprendizaje


(…) No es novedad, muchas veces el aprendizaje genera ansiedad, enojo y confusión, y la razón de ese malestar lo sabe la neurociencia.”


A modo de ilustración, comienzo contándoles la historia del inicio de Jugar y Aprender Didácticos:


Hace unos cuantos años, trabajaba en educación especial en el ámbito público y algo sobre la neurodidáctica me empezó a resonar… sabía que había mucho por renovar en ese ámbito, pero no encontraba los medios para transmitir lo que creía válido. Sentía que el trabajo era rutinario, un poco incómodo y no me resultaba fácil hablarlo. Entonces en lugar de hablar, me puse a diseñar materiales, con un pequeño equipo que me iba interpretando. Hice varios bocetos y me animé a publicar el primer kit didáctico. Lo probé en la escuela y generó una linda respuesta. Entonces empecé a sentirme un poco más segura y ya con esa propuesta andando y con la inspiración de aliada, vinieron varios kits más.


Pero no fue ese el momento en el que logré dimensionar lo que significaba indagar en la neurodidáctica. Después de unos años, más cerca de mi desempeño laboral actual, le encontré y le sigo encontrando sentido.


Cuando hoy miro para atrás descubro que, en esos intentos, tímidos y confusos, estaban interactuando la creatividad con la Neurodidáctica en total armonía. Aún con dudas me animé a crear materiales, como si una línea imaginaria los fuera uniendo con la Psicopedagogía, hasta llevarme a estar tan convencida como para fundamentar mi actual trabajo en este posicionamiento teórico.


Se fue construyendo un puente tan sólido que me llevó a seguir avanzando en el camino del diseño de materiales didácticos.



CREAR PUENTES


Tomo la palabra “puente” para explicar eso que pasa cuando incorporamos nociones de neurociencias en las decisiones didácticas.


En realidad, esta palabra llegó a mí de una forma incómoda, porque pude corroborar que hay quienes hablan sin tener construidas convicciones con bases teóricas sólidas. Pude notar que se hablaba mucho con palabras que suenan lindas, pero sin adentrarse por completo en las bases teóricas que le dan sustento. Entonces, un poco molesta por eso, decidí buscar más libros para dar respuestas claras. Aunque ya tengo muchos, siempre sigo incorporando nuevos. En este caso, fue en el libro de Silvia Figiacone, querida profesora de la facultad, donde encontré varias respuestas.


“Cualquier aproximación a sugerir estrategias dentro del aula necesita una base teórica sobre la que apoyarse. Saber qué hacer, pero, sobre todo, saber por qué hacer lo que hacemos y haremos.”


Hay estrategias que es necesario construir en la práctica, es decir en las aulas y en los consultorios, de forma planificada. Hay articulaciones que pueden dar mucha luz en las planificaciones, para construirlas de forma flexible. Porque no hay un único modo de aprender válido ni un único criterio de calificación. Como dice ella: “planificar un camino para 30 trayectorias (o un camino para tantas trayectorias como estudiantes tengamos).”


Y es fundamental considerar también la posibilidad de evaluar nuestro propio quehacer, revisar lo hecho, corregir lo planificado, re- diseñarnos cuando lo notemos necesario. Así es que tomo el concepto de propuestas puente para el desarrollo de habilidades de metacognición, porque ahí están las claves y destrezas que buscamos que logren nuestros chicos. Sabiendo que en los inicios será de forma incipiente, pero que podremos enseñarles a construir sus propias estrategias, aprender a regular los apoyos que necesiten, solicitar andamiajes y crear un camino donde los aprendizajes puedan ser disfrutados.


 Para cerrar, tomo un fragmento del libro de Stanislas Dehaene, “¿Cómo aprendemos?”:


           “Me parece fundamental que cada niño, cada adulto, tenga plena conciencia del potencial de su propio cerebro y también, por supuesto, de sus límites.


(…) Los recursos o “trucos del oficio pedagógico” que resultan más efectivos con todos los niños son aquellos que tienden a serlo también con quienes tienen déficits de aprendizaje: solo hay que aplicarlos con mayor enfoque, paciencia, sistematicidad y tolerancia al error.”


Han sido ellos, ex alumnos y pacientes, quienes en una especie de retroalimentación de beneficios, me permitieron construir con total convicción este posicionamiento.


Sobre esta historia, sobre estas convicciones, sobre esta base con fuerte sustento teórico, sobre las necesidades que van surgiendo en el quehacer psicopedagógico, en el consultorio o en los colegios, están pensados los materiales didácticos en distintos formatos que vengo creando.


           GRACIAS por seguir esta historia, sostener la misma fundamentación y permitir que este espacio continúe creciendo.





BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:


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